Desde 1997-1998 en adelante en América Latina comienza
a desarrollarse una corriente política que comienza a ser visualizada como el
nuevo progresismo o la nueva izquierda latinoamericana.
Ese nuevo progresismo y esa nueva izquierda que se
confunden y se entrelazan, van produciendo en América del Sur y en América
Central la conformación de diversos gobiernos que los analistas miran como si
fuera un giro hacia la izquierda, tratando de señalar que a partir de ese
momento, a fines del 90, comienza a estructurarse corrientes políticas
alternativas a lo que había sido la hegemonía del neoliberalismo en la región y
muchos de ellos hablan que se ha producido un post neoliberalismo o estamos en
presencia de situaciones post neoliberales.
Los gobiernos tales como el de Hugo Chávez, en primer
lugar, en Venezuela y el inicio de lo que se llama la revolución bolivariana,
da inicio a este ciclo de cambios políticos en la región. Por lo tanto, el
progresismo aparece como un elemento central en la constitución de aquello.
Luego le siguen el triunfo de Lula, los triunfos en Brasil, luego en el caso
ecuatoriano con la revolución democrática ciudadana, con Rafael Correa. Luego
en el caso de Bolivia con Evo Morales, el Mas y los movimientos sociales que
dan lugar a ese experimento político tremendamente importante y auspicioso para
América Latina, que es la revolución social, cultural de Bolivia.
En otros países también se produjeron cambios de esa
naturaleza como fue en el Uruguay tradicional del bipartidismo. Ahí emerge y se
constituye lo que es el frente amplio, lo que se conoce como la izquierda
uruguaya, que permite después de muchos años
de hegemonía de los partidos tradicionales que se instaure el partido
del frente amplio con Tavarez Vásquez y hoy con Mujica en el poder.
Pero también
triunfa en Paraguay, después de largos tiempo de dictadura, el caso del ex
obispo Fernando Lugo.
En Argentina se producen cambios significativos a
partir del 2003 con la llegada de Kichner al poder hasta el día de hoy,
generando una nueva dinámica política en la sociedad argentina, inaugurándose
un nuevo ciclo en el país que también el kichnerismo se identifica con
posiciones ya sean progresistas o de izquierda.
Cierra este proceso el caso de Perú, Ollanta Humala,
que inaugura lo que podría haber sido una corriente progresista en el Perú,
pero ya vemos que la evolución peruana y el propio Ollanta ha cambiado
radicalmente su posición, lo que fue su planteamiento en los procesos
electorales.
Hay procesos de cambios en distintos lugares de
América Latina que anuncian procesos de transformación política o que han
anunciado los últimos 15 años, que se han identificado con ideas progresistas o
con las ideas de izquierda.
En América Latina, el único país que nunca estuvo
cercano a producir un pensamiento progresista y una acción política progresista
fue el caso de Chile.
Chile siempre
se mantuvo a partir de 1990 en los marcos que fue la institucionalidad
pinochetista, asumiendo la concertación de partidos por la democracia, una
posición claramente pro neoliberal, en la cual durante 20 años profundizaron,
ampliaron y extendieron completamente el neoliberalismo en Chile, por lo tanto
la concertación de partidos por la democracia, de ninguna manera debiera ser
considerado dentro de la corriente progresista y menos ser una coalición de
partido que se ubicara en la centro izquierda y que muchas veces se le ha
tratado de colocar. La Concertación siempre fue un partido de centro derecha,
en el sentido que apoyaban y desarrollaban justamente un proyecto de derecha
radical como es el neoliberalismo. Cuando no apoya el neoliberalismo, lo que
está haciendo es apoyar a la derecha, cuando se apoya todas las acciones de pro
mercado o ese tipo de situaciones, está apoyando a la derecha o apoyando el
capital neoliberal. Por lo tanto, si la Concertación durante 20 años fue parte
de la construcción y la ampliación de la sociedad neoliberal, es imposible
considerarla que fue de la centro-izquierda o corriente progresista, fue
esencialmente una corriente de centro derecha.
Es importante decirlo, porque muchas veces se tiende a
pensar que la Concertación de partidos se ubica dentro también de esta
corriente e incluso cuando triunfó Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, se
consideraban parte de esta corriente progresista que se desarrollaba en América
Latina, lo cual es una profunda equivocación, de ninguna manera estaban dentro
de las orientaciones que fueron perfilándose lentamente en el continente
latinoamericano para dejar claramente los que estaban situados en una corriente
progresista y los que no estaban en ésta.
En ese sentido,
es necesario también distinguir en el interior de estas corrientes
progresistas, lo que es un progresismo radical y lo que es un progresismo
moderado.
Muchas veces, corrientes electorales han utilizado un
discurso progresista para terminar instaurándose en el poder, pero cuando están
en el poder hacen todo lo contrario de lo que habían prometido a la ciudadanía.
Es lo que ocurre en el caso brasileño, en el frente amplio y en el caso de
Ollanta Humala, pero también es el caso de Ecuador, que levanta uno de los
procesos políticos más interesante, que fue la revolución ciudadana, al poco
tiempo se dicta una de las constituciones que se considera una de las más
avanzadas de América Latina, desde el punto de vista de los derechos sociales,
como también de los derechos medioambientales y que se toma como modelo para
que justamente trabajar ese tipo de cosas y a partir de la idea del buen vivir,
termina consolidando cada vez más el neoliberalismo, por lo que se produce
un desfase entre los que es una
estructura política, la evolución constitucional, con la base económica, que
sigue siendo una base económica esencialmente neoliberal.
Cuando se tiene una economía dolarizada, es decir,
dependiente de dólares que produce el Banco Central de Estados Unidos, la
economía está francamente dependiente del imperio y por lo tanto no tiene
ninguna posibilidad de hacer reformas estructurales en su economía para salir
del neoliberalismo.
Salir del neoliberalismo es un aspecto fundamental del
progresismo, quedarse dentro del neoliberalismo y tratar de ser progresista es
una falsedad. El Progresismo debe ser antineoliberal. Si el progresismo es
antineoliberal puede ser un progresismo moderado, pero para ser progresismo
radical debe salir y ser anticapitalista.
Para poder
distinguir lo que se trata un progresismo radical y un progresismo moderado,
hay que romper con el capitalismo, porque el capitalismo de una u otra manera
es el causante de todos los males que tiene la sociedad latinoamericana y
mundial. Uno no puede pensar que lo que ocurre en Grecia sea efecto de la nada,
sino que el elemento gatillante justamente es la forma capitalista que Grecia
asumió cuando se incorporó a la comunidad europea. Lo mismo pasa en Portugal,
España y en distintos lugares donde hay una reacción de la ciudadanía de esa
situación.
En América Latina también hay que distinguir aquellos
gobiernos que de un progresismo radical y verbal durante las campañas electorales,
cuando llegan al gobierno terminan trabajando esencialmente con el
neoliberalismo o con formas neoliberales para mantener las formas hegemónicas y
dominantes en la región.
En el caso chileno, se constituyó esta concertación de
partidos políticos por la democracia que en un principio aparecían como
antineoliberal, pero a la larga de 20 años, no lo fue, no lo ha sido y no lo
será y tampoco promete hacerlo. Hoy día podrá tener un discurso que se plantea
críticamente frente a lo actual, pero sin embargo, ese discurso hay que
considerarlo como una técnica o estrategia política electoral. A la
concertación le interesa recuperar el gobierno en las próximas elecciones y por
lo tanto en ese sentido, va a tener una actitud crítica, pero eso es
simplemente porque quiere volver al gobierno. Y en ese aspecto, lo que hay que
construir desde el progresismo, tal vez sea una alternativa, no solamente a la
derecha, sino también a la concertación. Hay que construirla desde ideas muy
claras, desde ideas muy fuertes, de ideas centradas que no puedan ser
disputadas justamente por ese conglomerado.
El Progresismo tiene serios problemas para poder
desarrollarse dentro de una sociedad neoliberal avanzada como la chilena. A
partir de esta situación concreta de realidad que el neoliberalismo, como forma
económica al principio, como política económica, como el tratamiento de proceso
de acumulación de capitales en Chile, tiene puesto en marcha desde 1975, no
sólo quedó eso, sino que se transformó, se constituyó y emergió en los últimos
37 años una sociedad nueva. Y esa sociedad nueva es neoliberal y ésta tiene
sujetos y estructuras completamente neoliberales. Por lo tanto, la
transformación de esta sociedad no es una transformación que requiere sólo
triunfar en un proceso electoral o ganar una presidencia, sino que se requiere
un trabajo de muy larga duración para ir provocando transformaciones en los
sujetos y en las estructuras políticas del país.
Una sociedad neoliberal se caracteriza por varios
elementos. Una sociedad neoliberal es una sociedad profundamente desigual no
sólo en lo económico, sino también en lo social y en lo cultural. La sociedad
neoliberal, a partir de la desigualdad que produce, genera no sólo la
existencia de clases sociales, como son todas las sociedades capitalistas, sino
que tiende a generar estamentos sociales, es decir, grupos cerrados, en la cual
la movilidad social dentro de una sociedad neoliberal es relativamente difícil
y obstaculizada por una serie de elementos. Hay grupos que se constituyen como
tal y pertenecen a ese grupo en los que no entran otros grupos. Entonces tienden
a dividirla, a separarla, tratando de señalar que el otro es un peligro.
En Chile siempre hay otro que es un peligro permanente
y siempre estamos construyendo otro, siempre estamos señalando que hay otro que
es peligroso para nosotros, eso es propio de una sociedad que no es clasista,
sino es una sociedad de orden estamental.
Una sociedad neoliberal, es una sociedad profundamente
mediática, es una sociedad donde los medios de comunicación tienen el control o
el manejo de la opinión pública. En una sociedad neoliberal, los medios imponen
el ritmo a la opinión y generan comportamientos en los sujetos. Son los medios
de comunicación de masa, especialmente la televisión, es la que produce el
comportamiento de los jóvenes, de los adultos, genera a todos una forma de ser.
Uno de los aspectos fundamentales de una sociedad
neoliberal es la permanente insistencia de que vivimos un presente permanente.
El presente se nos vuelve un tiempo más vital de todos los tres tiempos
posibles que existía en una sociedad moderna. Una sociedad que vive en el
presente, no se proyecta al futuro, no se proyecta colectivamente al futuro. La
biografía de los sujetos es corta.
El progresismo debe pensar en un tiempo no presente,
sino que en un tiempo más largo, en el tiempo de una construcción de una forma
política social nueva. En una sociedad que debe ser construida por todos, no en
lo inmediato, sino que tal vez mañana o un poco más. El tiempo del progresismo
no es el presente.
No se puede pensar que las soluciones que requiere
para la sociedad actual, se puede realizar en el corto plazo. Por eso el
proceso boliviano, lleva tanto tiempo. El proceso venezolano también lleva
largo tiempo y las soluciones no se encuentran a la vuelta de la esquina, sino
que se tienen que ir trabajando y elaborando en el tiempo. Por eso también, en
ese sentido, un progresismo se marca la diferencia con lo que podía ser la
izquierda. La izquierda siempre planteó la solución de la revolución, como el
acto de la toma del poder y la toma del poder para hacer los cambios radicales
en forma inmediata.
El progresismo radical o moderado debiera plantearse: Debiera
cambiarse el concepto de la representación, hasta el momento tenemos representación
por delegación, es decir, cuando se vota por un representante, éste se va con
la representación obtenida y participa en distintas instancias institucionales
y políticas y actúa sin dar cuentas a lo que sus votantes le entregaron. Eso es
lo que ha predominado en Chile y en la sociedad latinoamericana a lo largo de
los últimos 200 años, la delegación de la representación, los ciudadanos
delegamos nuestra representación.
Se debiera establecer una delegación por mandato, es
decir, que el delegado haga lo que nosotros mandamos. Desde el poder local, hay
que construir una representación por mandato, por lo tanto eso implica una
reforma política tremenda a nivel de los gobiernos locales. Hay que cambiar el
status y las facultades que tienen los concejales en los procesos municipales.
Hay que transformar a los concejales en un pequeño parlamento, en el que
obedeciendo el mandato de la ciudadanía, puedan gobernar conjuntamente con el
alcalde. El alcalde debe cambiar profundamente las facultades para que deje de
ser un presidente chico al interior de los municipios
Un elemento fundamental del progresismo es la
formación de jóvenes, de ciudadanos informados, reflexivos, responsables con su
sociedad. EL neoliberalismo en Chile ha producido durante los últimos 20 años
de gobierno de la Concertación una suerte de irresponsabilidad para los
jóvenes, porque le ha permitido obtener lo que se denomina el voto voluntario.
No puede haber gente que se excuse de participar en los procesos de
responsabilidad política, que es generar un gobierno, generar políticas.
La experiencia histórica señala que en 1962, cuando se
estableció en Chile el voto obligatorio, los niveles de participación se
incrementaron. El voto voluntario hace que la gente sea responsable con la
sociedad en que vive, no podemos quedarnos en nuestra casa cuando se están
decidiendo cosas importantes.
El gobierno de
Piñera se produjo por la ausencia de votantes, porque entre menos votantes
existían, mayores posibilidades tenía la derecha. La derecha sabe perfectamente
que en un universo electoral menor, la posibilidad de que su voto duro se
imponga es más fuerte. Por lo tanto, hay que crear una sociedad de jóvenes y
ciudadanos responsables, no pueden excusarse de que la política no les
interesa, que no entienden la política, que los políticos son todos unos
corruptos.
Se ha tratado en enlodar la política de todas formas y
muchas veces acompañado con un discurso latero de los medios de comunicación
respecto a eso. También hay que señalar que los políticos no han hecho muchas
cosas para cambiar esa imagen.
La construcción de un poder local ciudadano se trata
por ejemplo en el tema de la educación, luchar por una educación gratuita, es
un elemento central y fundamental y la educación gratuita para todos y para todas,
sin condiciones, porque es un derecho y como derecho humano, tiene que ser para
todos los seres humanos, sin ningún tipo de distinción. Pero no tiene que estar
en el Estado, la educación como otros derechos sociales, tienen que estar en
manos de la sociedad, no del Estado, por lo tanto en ese sentido, quienes son
responsables de cómo se financia, se administra y se desarrolla estos derechos
sociales, son los ciudadanos.
El progresismo tiene que ser un fenómeno ciudadano,
que parta desde los sujetos, ellos son los productores del progresismo. Por lo
tanto, la nueva construcción de la sociedad, tiene que ser desde lo social, no
necesariamente desde el Estado y menos del mercado.
Llegó la hora de la ciudadanía que se pone en marcha,
que se levante, que cree, que desarrolle el poder, que haga otras formas de
hacer política, que construya múltiples grietas que vayan carcomiendo el muro
del neoliberalismo para que ése se vuelva abajo. Si no superamos el
neoliberalismo, no vamos a tener una nueva sociedad justa, igualitaria y sobre
todo, humana. Si no rompemos con el neoliberalismo, no podemos construir esa
sociedad.
Juan Carlos Leyton
Director de doctorado de la Arcis
jcleyton@uarcis.cl
Por Diana Rivera
Periodista